jueves, 16 de abril de 2009
De la Calle, infancia mexicana de coladera
El hambre o el dolor al activo. La unión y solidaridad a las coladeras que soportan la ciudad de México. El pan de cada día al escupir gasolina frente a la flama en los semáforos. Un cobijo que nunca conoció el significado del hogar; la vida en los cimientos de los puentes vehiculares; amor de niños, amor De la Calle, en una tragedia citadina, en un "fenómeno" -más no "problemática", dicen sus creadores-, del que regularmente escuchamos como nota roja en los medios.
Así es la propuesta cinematográfica de Gerardo Tort en De la Calle, ópera prima que ya le valió el premio a mejor nuevo director en el Festival de San Sebastián, así como el reconocimiento de la Academia Mexicana, durante la Muestra en Guadalajara a inicio del año.
Basada en la obra original de Jesús González-Dávila, De la Calle, la define su director, más como película de ficción que documental; si bien no pretende innovar en el tema, tiene la expectativa de sensibilizar a su espectador y hacerlo reflexionar, tal vez, en espera de tomar acciones o respuestas concretas.
El guión narra la historia de Rufino (Luis Fernando Peña) uno de los más de 16 mil niños De la Calle que habitan en el inframundo de la ciudad; con apenas 15 años de edad, comparte su soledad con Xochitl (Maya Zapata), madre soltera que busca, como todos, una mejor esperanza de vida. La historia es una tragedia combinada, de la ya sabida corruptela judicial en el narcotráfico y la búsqueda de identidad por parte de Rufino, quien trata de encontrar al luchador conocido como "El chícharo" (Luis Felipe Tovar, ¡estupendo papel!), su padre, a quien creía muerto.
Mugre en el rostro de los niños; el hedor permanente de las cloacas de una comunidad que conviviera un año entero con el crew, para plasmar esa cruda realidad en la cinta; ambulantaje, barrios marginales que resguardan la ciudad; justicia inválida que provoca tomas venganza en mano propia. Todos estos elementos se conjuntan en una cinta bien dirigida, mejor retratada (la fotografía a cargo de Héctor Ortega) y sonorizada; pero sobre todo, perfectamente ambientada.
Los estelares combinan actores de primera línea con "poca" experiencia como Luis Fernando (Perfume de Violetas, La Ley de Herodes, Santitos y La Otra Conquista, entre otras.); apoyados por un elenco multiestelar que incluye a Vanessa Bauche (como la hermana de Xochitl en el rol de madre sustituta que vive de lavar ajeno), Dolores Heredia (una Virgen de Guadalupe a quien se recurre cada vez que ausenta la fe), Claudia Ramírez, (apenas vista en una parada de semáforo) y Luis Felipe Tovar, el luchador en retirada misterioso, cuya carrera en el ring lo ha mandado también a la calle. Como secundarios, pero no menos importantes, soportan la caracterización de esta nueva generación que comienza a abrirse paso.
De la Calle, reflexión necesaria y obligada en un cine mexicano cuyas temáticas tienden más a la introspección de los problemas sociales que a usar modelos y narrativas importadas. Una cinta cruda, atada a prejuicios oficiales que deviene su catalogación "C" (para mayores de 18 años) y que seguramente levantará escozor por andarse sin rodeos. Una apuesta valiente de Gerardo Tort que, ojalá, inyecte más agallas tanto a guionistas como a productores y patrocinadores, para demandar más historias originales en nuestro cine.
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